Desigualdad anticonceptiva: dinámicas de género en la distribución de la responsabilidad anticonceptiva

Un gran número de jóvenes deja en manos de su pareja la responsabilidad de la anticoncepción -en parte porque, lamentablemente, la sexualidad se sigue considerando como un tabú, lo que limita el acceso a una educación sexual adecuada-, asumiendo que es el otro quien va, o quien tiene que, usar algún método anticonceptivo. La realidad es que ambos miembros de la pareja son responsables de lo que pueda ocurrir. 

Otro de los problemas derivados de la falta de acceso a una educación sexual de calidad, es la creencia errónea de que al planificar la anticoncepción se va a echar a perder el momento, se va a perder el amor y la espontaneidad de la experiencia, o que los métodos anticonceptivos interfieren de alguna manera en la propia experiencia sexual y limitan el placar. La realidad es justo lo contrario, pero más allá de echar culpas, lo importante es entender que, al estar preparados adecuadamente, se elimina gran parte de la preocupación y ansiedad, por lo que hay más espacio y se aprecia más la ternura y el placer en las experiencias. No hay nada entrañable en asumir el riesgo de un posible embarazo no deseado. 

Ni en la investigación científica ni en la sociedad se le otorga el mismo peso a la anticoncepción para las mujeres, que para los hombres. Esto se evidencia en que la gran mayoría de los métodos anticonceptivos están diseñados para mujeres, lo que crea una clara desproporción: las pastillas anticonceptivas hormonales, los dispositivos intrauterinos, el anillo, el parche, la inyección y las píldoras del día después son opciones para mujeres, mientras que el preservativo es prácticamente el único método destinado a hombres. Además, los efectos secundarios de muchos de estos métodos suelen ser más severos para las mujeres, mientras que los preservativos no presentan efectos secundarios. Esta desigualdad es especialmente curiosa, considerando que las mujeres tienen solo unos pocos días fértiles al mes, mientras que los hombres son fértiles todos los días. 

Esta desigualdad se presenta en varios niveles, es especialmente visible en la responsabilidad en el uso del método anticonceptivo. Resulta imprescindible recordar que, aunque sea la mujer quien esté con el método anticonceptivo (ejemplo: pastillas diarias) la responsabilidad de un buen uso, es parte de ambos miembros de la pareja, tanto a nivel económico como en recordar tomar la pastilla a la hora indicada.  

Es muy importante la negociación de los métodos a utilizar en la pareja, eliminando la premisa de que la mujer es siempre la que debe utilizar los métodos anticonceptivos por comodidad en la relación. La perspectiva de género debe estar incorporada en la anticoncepción para evitar que la responsabilidad social de prevenir un embarazo no planificado recaiga mayoritariamente en las mujeres. La idea de que “como es ella la que se queda embarazada, es ella la que debe cuidarse”, es profundamente limitante. ¡El disfrute y la responsabilidad en las relaciones sexuales es de ambos!