Proceso de sexuación

Todas las personas somos seres sexuados: nacemos con sexualidad y morimos con sexualidad. Pero, además, durante toda nuestra vida nuestra sexualidad se desarrolla y se transforma a través de lo que conocemos como proceso de sexuación.

La sexuación es un proceso progresivo, biográfico y complejo en el que se entrelazan factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales, entre otros. Tanto nuestras propias experiencias vitales como factores estructurales tienen un impacto en cómo se configura nuestra sexualidad y todas las esferas que de ella dependen, como nuestra identidad de género, nuestra orientación sexual, nuestros deseos, nuestros placeres, nuestros límites y líneas rojas, nuestros afectos, etc.

En este proceso de sexuación, influyen considerablemente el sistema cisheteropatriarcal, así como el sistema sexo/género, como mecanismo cultural que diferencia lo considerado masculino de lo considerado femenino, proporcionándoles diferentes posiciones de poder.

La sexualidad está atravesada por factores biológicos, psicológicos, sociales y espirituales:

La dimensión biológica de la sexualidad está principalmente relacionada con las características sexuales con las que nacemos, así como con cuestiones reproductivas.

La dimensión psicológica de la sexualidad tiene que ver con nuestras vivencias subjetivas, con nuestras emociones y con nociones individuales de lo que entendemos por intimidad, placer, deseos y necesidades.

La dimensión social tiene que ver con cómo afectan los diferentes entornos sociales a la vivencia de nuestras sexualidades, incluye también cuestiones culturales, políticas y económicas.

Por ejemplo, no es lo mismo tener una orientación sexual homosexual en España, donde el matrimonio igualitario está reconocido, que en Afganistán, donde actualmente las relaciones entre dos personas del mismo sexo están condenadas con hasta pena de muerte.

Tampoco es lo mismo menstruar en Nepal, que hacerlo en Nigeria, que en Alemania.

Por otro lado, la dimensión social implica reconocer que la vivencia de la sexualidad históricamente ha estado condicionada por diversos factores que han generado una desigualdad estructural, especialmente entre hombres y mujeres.

Uno de estos factores es el patriarcado o sistema patriarcal: una estructura de organización social discriminatoria y opresiva que se sustenta en la superioridad de lo masculino y la subordinación e invisibilización de las mujeres y todo aquello considerado como ‘femenino’.

La dimensión espiritual relaciona aspectos energéticos, trascendentales o de planos más sutiles con la sexualidad. A pesar de que es una dimensión poco conocida, existen disciplinas muy antiguas, como el Tantra, que ya la estudiaban.