El empoderamiento supone la toma de conciencia de la situación desigual de poder, de la subordinación del grupo. Uno de los grandes beneficios del empoderamiento a nivel individual es la mejora de la confianza en una misma, la concienciación de la autonomía para la toma de decisiones sobre la propia vida, el poder identificar las metas, los objetivos y los intereses de una misma. Pero el empoderamiento, para ser justo y efectivo, ha de trascender la esfera individual y materializarse en la colectiva, en la social. Por eso, el empoderamiento requiere poner en marcha recursos que transformen y se reflejen en las políticas gobierno, en los sistemas educativos y en todos aquellos pilares que crean y sostienen la sociedad, con el objetivo de conseguir una sociedad en plena igualdad de derechos.
El empoderamiento no sólo es:
- Potenciar la autoestima y la autoconfianza. Conocerse a sí misma.
- Desarrollar habilidades sociales de comunicación.
- La comprensión de cómo hemos aprendido a ser mujeres
- La transformación de las relaciones, cambiando
El empoderamiento también es la toma de conciencia de las relaciones de género, de dominio/sumisión, así como la modificación de creencias sexistas potenciando nuestra autonomía y generar relaciones igualitarias.
Otra forma de prevención de la violencia sexual es el trabajo con hombres, desde el impulso de nuevas masculinidades. Esto quiere decir que dentro de una misma sociedad conviven diferentes maneras de definir qué es un hombre, dependiendo de una serie de factores como la clase social, la orientación sexual, la edad, la profesión etc. Entonces, el hombre ha de cuestionar la presencia de UNA MASCULINIDAD, al afirmar que existen muchas formas de ser hombre, ya que actuar como hombre varía según el contexto histórico, social, cultural, etc.
Al reconocer la masculinidad como algo dinámico y cuestionar los roles de género tradicionalmente asignados a los hombres, se reconoce también la existencia de masculinidades alternas. Estas masculinidades alternas son conocidas como “nuevas masculinidades”, es decir, elegir otras conductas, características y actitudes nuevas que pueden identificarse como masculinas. Proponer otro tipo de masculinidades promueve nuevos espacios para los hombres, para el goce de sus derechos. En este sentido, implica un modo diferente de vivir y de relacionarse con sus amigos, pareja, familia, hijas e hijos, jefes(as) y con el mundo en general. Además, las nuevas masculinidades rompen con la dualidad femenino – masculino, y abren espacio a otros géneros y expresiones alternativas. En otras palabras, promueven la igualdad y la diversidad.