En el ámbito de la violencia de género es necesario analizar los procesos de socialización, que son la causa de relaciones de dominación entre los hombres y mujeres.
La socialización es un proceso que inicia cuando nacemos y perdura toda la vida. En este proceso las personas en la medida que van interactuando con otras personas y con el entorno, aprenden e interiorizan los valores, las actitudes, las expectativas y los comportamientos característicos de la sociedad en la que han nacido y que permiten desenvolverse (exitosamente) en ella. Además, mediante la socialización las personas no solo aprenden las pautas de comportamiento social, sino que las hacen suyas. Una clave importante del proceso de socialización es que los mensajes son repetidos una y otra vez, hasta que las personas se los apropian y, por lo tanto, terminan pensando y comportándose en consecuencia a los mensajes sociales.
Con la socialización se inicia la vida social y cultural, y así las personas mediante la influencia de los diferentes agentes socializadores como la como la familia, las instituciones educativas, los medios de comunicación, los grupos de pares y las instituciones religiosas, adquieren identidades diferenciadas de género. Cada género implica maneras específicas de pensar, actuar y sentir, junto con valores, principios morales, normas y estereotipos que se le asignan. Estas características son diferentes y, a menudo, opuestas entre sí. Por lo tanto, la socialización diferencial entre mujeres y hombres implica la consideración social de que niños y niñas son en esencia, es decir por naturaleza diferentes, y por lo tanto, están llamados a desempeñar papeles también diferentes en su vida adulta.
Así, los diferentes agentes socializadores y los mensajes sociales que las personas se apropian, tienden a asociar tradicionalmente la masculinidad con el poder, la racionalidad, la independencia y aspectos de la vida social pública, como el trabajo remunerado o la política, como obligación prioritaria y definitoria de su condición de hombre; todas estas actividades son productivas es decir que le generan a los hombres bienes materiales con valor económico (dinero). En consecuencia, se espera de los hombres que sean exitosos en el trabajo, se les ha educado para ello y se les ha preparado para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del mundo exterior.