Skip to main content

Diabetes, el asesino silencioso que amenaza a África


Esta enfermedad ligada a la sedentarización y la mala alimentación se propaga en África debido a la urbanización y la pobreza. La prevención precoz es clave para evitar complicaciones y muertes

Chema Caballero


 

Problemas para orinar, micción frecuente, pérdida de peso y fatiga que le impedían realizar con soltura trabajos que hasta entonces le eran habituales hicieron que Assy Diallo se decidiera a acudir al médico hace cinco años. Algo similar le sucedía a Seydou Khouma: “Sentía pesadez en el cuerpo, me cansaba muy rápidamente y orinaba mucho”, comenta.  El doctor Gueye, facultativo del centro de salud de Médina Yoro Foula, en el departamento de Kolda, del Casamance senegalés, diagnosticó a ambos con diabetes.

Cuesta asociar esta enfermedad con África. Normalmente, cuando se habla de dolencias que afectan al continente, vienen a la mente malaria, tuberculosis, lepra, VIH/SIDA o desnutrición. La diabetes se suele vincular con sociedades más opulentas. Sin embargo, más de 24 millones de personas viven actualmente con diabetes en África y más de la mitad de los casos (54%) no están diagnosticados. Se espera que la región experimente el mayor aumento de personas con esta enfermedad para 2045. La diabetes que mató a 416.000 africanos en 2022, podría convertirse en una de las principales causa de muerte a finales de la década, todo ello según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Los cambios demográficos, socioculturales y económicos que experimenta África están en el origen del aumento y la prevalencia de la diabetes y otras enfermedades no transmisibles como la hipertensión. Sobre todo, la diabetes de tipo 2, la más común y ligada a la falta de ejercicio y al sobrepeso, ha crecido considerablemente en África subsahariana en los últimos años. La rápida urbanización, la pobreza urbana y la globalización que lleva a adoptar hábitos de alimentación no saludables son factores claves para este fenómeno. La prevalencia es menor en las zonas rurales, pero también ahí suben las cifras. Junto a estos factores está la realidad de los centros de salud de la mayoría de los países africanos que requieren más inversiones y recursos para hacer frente a la creciente carga de enfermedades no transmisibles. No todos integran la diabetes en los servicios de atención primaria para cubrir su diagnóstico y un tratamiento que es largo y costoso. Esta enfermedad impone una carga económica muy alta para los sistemas de salud de estas naciones.

 

La OMS afirma que la diabetes es un asesino silencioso. Es posible que las personas no noten su condición diabética porque los síntomas pueden tardar un tiempo en aparecer. Muchas veces cuando se detecta es demasiado tarde y las complicaciones ya se han desarrollado. Así, la enfermedad se convierte en una carga socioeconómica para la persona afectada y sus familiares. El desconocimiento de esta afección por parte de la mayoría de los africanos es uno de los principales obstáculos para su detección temprana. Los centros de salud tampoco cuentan con trabajadores cualificados que puedan llevar a cabo el diagnóstico y seguimiento de los pacientes con controles regulares de los niveles de azúcar en sangre y la toma de medicamentos. Estos son caros y en algunos países su precio puede oscilar entre los 800 y los 1.000 euros al año, según el Observatorio Africano Integral de la Salud (IAHO).

 

Por todo esto, los países africanos tendrán dificultades para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente la 3.4 que pretende reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento.

 

Estas razones han llevado al Comité Regional para África de la OMS a adoptar un marco para la implementación del Pacto Mundial sobre la Diabetes en los 47 Estados miembros que lo componen. La decisión fue tomada el 28 de agosto de 2024 en la sesión que tuvo lugar en Brazzaville, República de Congo. Esta adopción refleja el compromiso de las partes para combatir la creciente carga que esta enfermedad supone para la región y dar los primeros pasos hacia la cobertura mundial de la diabetes. El Pacto Mundial contra la Diabetes de la OMS tiene como objetivo dar un muy necesario impulso a los esfuerzos para prevenir esta enfermedad y proporcionar tratamiento a todos los que lo necesitan. Se firmó en 2021, cien años después del descubrimiento de la insulina.

 

En Senegal, como en otros países africanos, el crecimiento urbano y la pobreza son causas de un fuerte aumento de la diabetes. La primera encuesta nacional realizada en 2015 entre población de 18 a 69 años mostró una prevalencia de esta enfermedad del 3.4%, que superaba el 7.9% a partir de los 45 años. Las estadísticas del Centro Nacional de Control de la Diabetes (CNLD) muestran una progresión alarmante de estas cifras en los últimos años. En la actualidad se sigue a casi 60.000 pacientes. Esto ha superado al sistema sanitario nacional repercutiendo en la calidad de la atención. En lugar de exámenes cada dos o tres meses como se recomienda, solo se realizan una o dos consultas al año, lo que provoca un aumento de las complicaciones. A nivel nacional, pero sobre todo en las regiones periféricas, los recursos humanos son insuficientes y faltan infraestructuras y equipos para la atención adecuada a la diabetes y sus complicaciones. Por eso, el 50% de la población senegalesa de entre 18 y 69 años desconoce su estado respecto a la diabetes y la hipertensión.

Imán y líder de Medina Yoro Fulah, Senegal

En 2020, la ONG Amref Salud África y el Ministerio de Sanidad senegalés realizaron un análisis de necesidades que condujo a la puesta en marcha de un programa piloto destinado a descentralizar la atención de la diabetes. Como resultado se eligieron dos distritos, Médina Yoro Foulah y Bakel, para comenzar a trabajar. Zonas donde hay una gran tasa de natalidad lo que también aumenta el riesgo de la diabetes gestacional. Los objetivos de este proyecto son reforzar la descentralización de la atención y prevención de la diabetes, apoyándose especialmente en las comunidades. Reforzar la prevención y el cribado para limitar la propagación de la enfermedad. Y seguir invirtiendo en programas de capacitación del personal en el ámbito de la atención primaria de la salud y reforzar la plataforma técnica en todos los niveles de la pirámide sanitaria.

 

Ibrahima Gueye, responsable de seguimiento y evaluación del proyecto, destaca que “desde el lanzamiento de esta iniciativa se ha constatado que los indicadores han mejorado en las dos zonas donde se implementa, especialmente en lo referente al cribado. La promoción de la salud ha fomentado la demanda de servicios como la detención precoz en la población a la que va dirigida”. Este trabajador de Amref señala que de entre todas las actividades que realizan, la de sensibilización es la más importante: “Especialmente la lucha contra el sedentarismo y las formaciones culinarias que favorecen un estilo de vida más saludable, porque en esas actividades  hablamos de los factores de riesgo cardiovascular”.

 

Para ello son claves los Agentes de Salud Comunitarios (ASC) que recorren pueblos y ciudades informando a las personas de los riesgos de la diabetes, animándolas a acudir a los hospitales y ofreciendo consejos para un estilo de vida más saludable que prevenga la aparición de la enfermedad.

 

También forma parte del proyecto la Asociación Senegalesa de Apoyo y Asistencia a Personas Diabéticas (ASSAD). Una entidad bien implantada a nivel nacional que tiene experiencia en la prevención de esta enfermedad y un profundo conocimiento de las necesidades y dificultades de acceso a servicios sanitarios. Facilita el trabajo en las comunidades y el diálogo con las personas diabéticas en el contexto de las movilizaciones comunitarias. Moth Kane, miembro de la asociación, está preocupado por el aumento de la diabetes en las zonas rurales de Senegal. Lo achaca a los factores enumerados anteriormente: sedentarismo y mala alimentación. Pero incide en el abandono que sufren las áreas periféricas donde “la gente no tiene la cultura de ser diagnosticada tempranamente y solo va al hospital cuando está realmente enferma”. También muestra preocupación porque las mujeres son más propensas a padecer esta afección debido a que la cultura y la tradición hacen que se alimenten peor que los hombres. De ahí que destaque la sensibilización que programas como el puesto en marcha por Amref están realizando. Además, afirma que iniciativas como el Pacto Mundial sobre la Diabetes o la decisión tomada en Brazzaville serán ineficaces si “los políticos no hacen más esfuerzos en materia de prevención mediante la sensibilización, desarrollan políticas de cobertura sanitaria universal y hacen los medicamentos más accesibles a los enfermos”.

 

La sensibilización realizada por esta iniciativa ha tenido como consecuencia que personas como Assy Diallo y Seydou Khouma se decidieran a acudir al médico. La formación recibida por el personal sanitario ha facilitado el diagnostico precoz y la puesta en marcha de acciones para mejorar la vida de estos enfermos. Diallo, ama de casa de 53 años, considera que a pesar de la carga económica que le supone la adquisición de los medicamentos, su vida ha cambiado de manera positiva desde que es parte del proyecto: “Estoy siguiendo el tratamiento correctamente, mi salud es estable. Hago mis tareas domésticas y administro mejor mi familia.  Este año, durante el invierno, he vuelto a cultivar cacahuetes y arroz para alimentar y cuidad a mi familia”, asegura. Igual sucede con Khouma, agricultor de 55 años: “Ahora puedo afirmar que no tengo grandes dificultades ya que mi salud ha mejorado y puedo trabajar y ganarme la vida, cosa que antes me costa mucho por la fatiga que me invadía. Compagino la agricultura con la albañilería para poder mantener a mi familia”.

 


Chema Caballero

Graduado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y con un máster en Derechos Humanos y Resolución de Conflictos por la Long Island University de Nueva York.

En 1992 se trasladó a Sierra Leona, donde lideró durante 20 años programas centrados en los derechos humanos, la rehabilitación y reintegración de niños soldados (un modelo replicado en otros países) y el desarrollo comunitario. Además, trabajó como perito en casos de menores soldados ante el Tribunal Especial para Sierra Leona.

Es coautor del blog “África no es un país” en El País, colaborador de Planeta Futuro en el mismo medio, y autor de publicaciones como el libro “Los hombres leopardo se están extinguiendo”, entre otras obras.