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Margarete Kazembe o cómo el agua limpia cambió su vida
Margarete Kazembe, una mujer de 40 años, bombea auga del nuevo pozo de su aldea en Moliha, Sudán del Sur, mientras su pequeña hija, Anafi, de un año, permanece tranquila en su espalda. Es ya parte de la rutina de la tarde: recolectar agua del pozo recién instalado, junto a otras mujeres y niñas que conversan mientras esperan su turno, balde en mano.
Margarete Kazembe o cómo el agua limpia cambió su vida
Margarete Kazembe, una mujer de 40 años, bombea auga del nuevo pozo de su aldea en Moliha, Sudán del Sur, mientras su pequeña hija, Anafi, de un año, permanece tranquila en su espalda. Es ya parte de la rutina de la tarde: recolectar agua del pozo recién instalado, junto a otras mujeres y niñas que conversan mientras esperan su turno, balde en mano.
Amref Health Africa/David Brazier/2024
Amref Health Africa/David Brazier/2024
Margarete, con su actitud abierta y sociable, ha sido elegida miembro del comité del pozo, no es difícil ver por qué. Bromea con las demás mujeres, y cuando se ríe, su risa resuena por todo el lugar, rebotando entre los enormes árboles de mango que rodean el pozo. Para ella, como para muchos otros en su aldea, Moliha—cuyo nombre significa “la olvidada”—el acceso al agua potable ha sido un sueño lejano. Durante años, las fuentes de agua se agotaban y las enfermedades transmitidas por el agua se disparaban, especialmente durante la estación seca.
El sol comienza a teñir de naranja el horizonte cuando Margarete y sus dos hijas regresan a casa con los cubos de agua sobre la cabeza. Caminan por el sendero, y la luz del atardecer se refleja suavemente en los colores vivos de sus cubos. En Moliha, recolectar agua consume buena parte del día, y como en muchas áreas rurales, la tarea recae principalmente en las mujeres y niñas. Es un trabajo que demanda tiempo y esfuerzo físico.
Margarete es madre de seis hijos y, junto a su esposo Anafi, de 62 años, cultivan su tierra para vender sus productos y pagar la educación de sus hijos. “Gracias a la agricultura, he logrado pagar las cuotas escolares. Dos de ellos ya tienen el certificado de secundaria, y una de mis hijas está esperando los resultados de primaria,” cuenta con orgullo.
Pero la vida no ha sido fácil. En los últimos años, su familia ha sufrido repetidos episodios de enfermedades transmitidas por el agua, como diarrea, tracoma y sarna. El caso más grave fue el de su pequeña Anafi, que padeció diarrea recurrente y tracoma. Margarete sabía que la causa era el agua contaminada que usaban. “No tenía tranquilidad, mi hija siempre lloraba por el tracoma,” recuerda. Durante la estación seca, el único pozo que compartían con los animales se volvía aún más turbio, y las enfermedades se propagaban rápidamente.
Para las niñas como las hijas de Margarete, la falta de acceso a agua segura también impactaba en su educación. Antes de ir a la escuela, debían madrugar para ir a buscar agua, lo que las dejaba cansadas y sin la concentración necesaria en clase.
Sin embargo, todo cambió con la instalación del nuevo pozo. Para asegurar la sostenibilidad del proyecto, la comunidad recibió formación en gestión de recursos, y Margarete es ahora la secretaria del comité encargado de mantener el pozo en funcionamiento. El acceso a agua limpia ha transformado sus vidas. Ahora, Margarete y su familia pueden enfocarse en su trabajo agrícola sin preocuparse por las enfermedades, y tienen más tiempo para dedicarse a mejorar su bienestar.
El agua limpia no es solo vida, es desarrollo. Y en aldeas como Moliha, es el primer paso hacia un futuro mejor.
Margarete, con su actitud abierta y sociable, ha sido elegida miembro del comité del pozo, no es difícil ver por qué. Bromea con las demás mujeres, y cuando se ríe, su risa resuena por todo el lugar, rebotando entre los enormes árboles de mango que rodean el pozo. Para ella, como para muchos otros en su aldea, Moliha—cuyo nombre significa “la olvidada”—el acceso al agua potable ha sido un sueño lejano. Durante años, las fuentes de agua se agotaban y las enfermedades transmitidas por el agua se disparaban, especialmente durante la estación seca.
El sol comienza a teñir de naranja el horizonte cuando Margarete y sus dos hijas regresan a casa con los cubos de agua sobre la cabeza. Caminan por el sendero, y la luz del atardecer se refleja suavemente en los colores vivos de sus cubos. En Moliha, recolectar agua consume buena parte del día, y como en muchas áreas rurales, la tarea recae principalmente en las mujeres y niñas. Es un trabajo que demanda tiempo y esfuerzo físico.
Margarete es madre de seis hijos y, junto a su esposo Anafi, de 62 años, cultivan su tierra para vender sus productos y pagar la educación de sus hijos. “Gracias a la agricultura, he logrado pagar las cuotas escolares. Dos de ellos ya tienen el certificado de secundaria, y una de mis hijas está esperando los resultados de primaria,” cuenta con orgullo.
Amref Health Africa/David Brazier/2024
Pero la vida no ha sido fácil. En los últimos años, su familia ha sufrido repetidos episodios de enfermedades transmitidas por el agua, como diarrea, tracoma y sarna. El caso más grave fue el de su pequeña Anafi, que padeció diarrea recurrente y tracoma. Margarete sabía que la causa era el agua contaminada que usaban. “No tenía tranquilidad, mi hija siempre lloraba por el tracoma,” recuerda. Durante la estación seca, el único pozo que compartían con los animales se volvía aún más turbio, y las enfermedades se propagaban rápidamente.
Para las niñas como las hijas de Margarete, la falta de acceso a agua segura también impactaba en su educación. Antes de ir a la escuela, debían madrugar para ir a buscar agua, lo que las dejaba cansadas y sin la concentración necesaria en clase.
Sin embargo, todo cambió con la instalación del nuevo pozo. Para asegurar la sostenibilidad del proyecto, la comunidad recibió formación en gestión de recursos, y Margarete es ahora la secretaria del comité encargado de mantener el pozo en funcionamiento. El acceso a agua limpia ha transformado sus vidas. Ahora, Margarete y su familia pueden enfocarse en su trabajo agrícola sin preocuparse por las enfermedades, y tienen más tiempo para dedicarse a mejorar su bienestar.
El agua limpia no es solo vida, es desarrollo. Y en aldeas como Moliha, es el primer paso hacia un futuro mejor.
Amref Health Africa/David Brazier/2024
Amref Health Africa/David Brazier/2024
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