Diversas formas de discriminación: racismo, heterosexismo, clasismo

La violencia de género, además de ser el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad, puede a su vez coincidir, con una multitud de factores de desigualdad que es necesario tomar en consideración, como pueden ser la religión, la cultura, la etnicidad, la sexualidad, la nacionalidad o la discapacidad. Todo esto imprime miradas, ideas, exigencias, perspectivas, y necesidades distintas que es importante tener en cuenta. Abordar la violencia de género desde la perspectiva de la interseccionalidad implica sopesar muy diversas variables. Solo desde esa integración, que fomente la pluralidad de enfoques, se podrá avanzar en la lucha por una realidad más justa. La desigualdad y el patriarcado, como factores estructurales, no pueden por sí solos explicar que la mayor parte de los hombres no son violentos, ni tampoco pueden explicar casos concretos de violencia de género, muy diversos entre sí. Hablar de interseccionalidad es hablar de un cambio de paradigma que tiene fuertes implicaciones tanto en la comprensión del fenómeno de la violencia de género como en la adecuación de las estrategias políticas para combatirlo. Es importante no solo mostrar el ‘sufrimiento’ de las mujeres, sino también entender su situación, el entorno en el que viven y cómo sus diferentes experiencias afectan su forma de enfrentar este problema.

La interseccionalidad propone fundamentalmente ir más allá de las consecuencias del patriarcado en las diversas formas de violencia, pues existen otras matrices de dominación, como son el (hetero)sexismo, el racismo o el clasismo, que tienen una injerencia interseccional en los procesos de exclusión y dominación que caracterizan a la violencia de género.