En la unidad anterior hablamos de Primeros Auxilios Psicológicos (PAP), que es lo básico. Ahora profundizaremos un poco más, porque si se trata de una persona cercana, será necesario hacer algo más que eso. Es importante entender cómo nuestra comunicación y acciones pueden tener un impacto más profundo cuando la relación es más íntima o cercana.
Siguiendo lo recopilado por Corrales et al. (2017), la empatía es la capacidad de una persona para ponerse en el lugar del otro y poder así comprender su punto de vista, sus reacciones, sentimientos y demás (Prieto, 2011). También se le considera como la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro” e imaginar cómo es la vida para esa persona, incluso en situaciones con las que no se está familiarizado. La empatía ayuda a aceptar a las personas diferentes y a mejorar las interacciones sociales (Mantilla, 2002).
Como apuntan Mestre, Frías y Samper (2004), en las últimas décadas se ha puesto de relieve la importancia de la empatía en la disposición prosocial de las personas y la función inhibidora que ejerce en la agresividad.
Para evidenciar de una manera práctica este tema, te propongo que realices el ejercicio llamado:
(En los zapatos del otro) imagen de referencia
Te invito a que te pongas, de forma literal o metafórica, en los zapatos de alguien que conozcas bien. Puede ser un amigo, un familiar o incluso alguien con quien compartes poco, pero que te interese comprender mejor.
Imagina que eres esa persona. Si lo prefieres, puedes usar un objeto que represente a esa persona, como unos zapatos, para simbolizar tu cambio de rol.
Haz una breve presentación de esa persona: Habla desde el «YO», como si fueras esa persona. Asegúrate de incorporar detalles específicos de su vida y de su manera de ser, como su comida favorita, sus intereses, su situación familiar, etc. Recuerda que debes expresar sus pensamientos y sentimientos, por ejemplo:
Luisa se pone en los zapatos de su prima Juana y presenta:
«Yo soy Juana, tengo 30 años y mi comida favorita es la pasta, aunque intento comer de forma equilibrada. Me encanta pasar los fines de semana con mi pareja, pero también valoro los momentos a solas para desconectar. Mi trabajo me consume mucho, y aunque me siento satisfecha cuando logro mis metas, a veces me siento agotada. Me cuesta desconectar completamente, pero las pequeñas cosas, como caminar o leer, me ayudan a recargarme. A veces me pregunto si estoy equilibrando bien mi vida, pero sé que tengo el poder de hacer cambios cuando lo necesite.»
Después de realizar la presentación, reflexiona sobre cómo fue el proceso de ponerte en los zapatos de esa persona. ¿Fue difícil?, ¿Qué emociones surgieron al hacerlo?, ¿Qué emociones experimentaste al pensar y hablar como esa persona?, ¿Qué aspectos de esa persona te gustaría explorar más o entender mejor?, ¿Qué aprendiste sobre ti mismo través de esta actividad?
Más adelante profundizaremos en el concepto de la empatía pues es uno de los componentes de la inteligencia emocional, por ahora, resaltaremos lo expuesto por Merino Gómez (2018) sobre los tres tipos:
- Empatía cognitiva: la capacidad de entender la perspectiva de la otra persona.
- Empatía emocional: la capacidad de sentir lo que otra persona siente.
- Interés empático: la capacidad de entender lo que otra persona necesita de ti.
¿Pero, siempre debemos empatizar? Goleman (2018) sostiene que hay momentos en los que necesitamos controlar la empatía. Entender cómo podemos lidiar con nuestro impulso de empatizar con los sentimientos de los demás nos ayudará a tomar mejores decisiones cuando el flujo emocional de otra persona amenace con sobrepasarnos. Así como en la facultad de medicina, los médicos aprenden a bloquear esas respuestas automáticas ante el sufrimiento de los otros. Su anestesia emocional parece originarse en la unión temporoparietal y en regiones del córtex prefrontal, un circuito que estimula la concentración y desconecta de las emociones. Eso es lo que ocurre en tu cerebro cuando te distancias de los demás para estar calmado y poder ayudarles. Esa es la misma red neuronal que se activa cuando identificamos un problema en un entorno exaltado y necesitamos centrarnos en encontrar una solución.